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Ariadna Libros Jóvenes

jueves, 11 de febrero de 2010

.:Existencia - Capítulo 3:.



~Narra Lucy~
Amaneció y me sentí un poco desorientada por la poca luz solar que entraba por los huecos de la persiana. Me levanté de la cama comprobando lo frió que estaba el suelo y me puse una mano en la cabeza, me dolía, pero no por haber bebido, yo no era de las que se ponían hasta no poder más... Miré por la ventana y me sorprendí al ver de nuevo al mismo chico que había visto en la fiesta de Sammy, el chico de blanco...¿Qué hacía aquí?

Cuando él se percató de que le miraba se dio la vuelta dándome la espalda. Arqueé una ceja confusa...¿sería mi nuevo vecino? No sabía si vivía cerca de mí o no, pero lo que estaba claro era que el blanco le hacía un culito muy apetecible.

-¡El desayuno! -avisó mi madre a mi hermano y a mí desde la escalera. Escuché los rápidos pasos de mi hermano por el parqué preparado para tomarse una buena ración de bollos.
-¿Me haces un favor cielo? -me preguntó mi madre cuando bajé a desayunar, no me dio tiempo ni a sentarme en la mesa. Asentí esperando a que hablara. -Tira la basura por favor.

Me dirigí al cubo de la basura y saqué la bolsa sin arrimármela al pijama por si me manchaba. Salí de mi casa y crucé la calle mirando hacia la izquierda, donde debería seguir el chico de blanco, pero ya no estaba allí. Entonces se produjo un ruido que yo reconocía como “accidente de tráfico”. La bolsa de la basura se me cayó al suelo y un noté una presión que me tiraba sobre la acera librándome del golpe del coche.

Caí de bruces al suelo y antes de tener contacto con él me puse los brazos en la cara para no hacerme daño de verdad. Escuché el frenazo del coche y una fuerza sobre mi cuerpo, el peso de una persona. Levanté un poco la cabeza e intenté concentrarme para averiguar la identidad de mi salvador. El chico de blanco...

Los dos nos quedamos embobados, mirándonos fijamente como si quisiéramos memorizar todas las partes de nuestros rostros. Sus ojos delataban el pánico que había sentido en el casi accidente y mi corazón comenzó a latir histéricamente por tener a un chico tan atractivo encima de mi.

-¿Estás bien? -me preguntó. Su voz no sonaba como yo esperaba, sonaba mejor.
-Sí...

Él me ayudó a incorporarme y me di cuenta de que me faltaba una zapatilla, menos mal que llevaba calcetines porque odiaba mis pies deformes, aunque Eric los encontraba encantadores. ¿Por qué me vino ese pensamiento a la cabeza? No solté su mano que me invitaba a tocarle ni cuando estuve bien equilibrada.

Me entró un escalofrío y miré al conductor del coche para disculparme por mi descuido, éste negó con la cabeza con desaprobación y siguió con su camino.

-Ten más cuidado la próxima vez. -gruñó aquel chico que bauticé como mi salvador y soltó mi mano para metérsela en el bolsillo del pantalón blanco. Asentí ligeramente y él se dio la vuelta para marcharse.

Recogí la bolsa de la basura que se había quedado en el medio de la carretera y la encesté en el cubo.

~Narra Brian~
Había estado tan cerca de la muerte la chica azul...si no hubiera estado tan cerca no habría podido salvarla. Aunque no había vuelto a ver a Nick, estaba seguro de que andaba cerca...pero no lo suficiente para haberla salvado él. A los demonios no le interesaba la chica azul muerta, si ella moría, su alma también...y eso no les servía para nada.

Pero ahora tenía una segunda preocupación en la mente, ya no sólo estaba el tema de proteger a la chica...no. Ahora tenía otro problema, cuando entré en contacto con la piel de la chica mi mente se bloqueó y deseé peligrosamente tenerla en mis brazos. Me pegué con la mano en la frente como si así pudiera sacar su olor de mi cabeza...No me podía estar enamorando de ella, eso era imposible. ¡Yo era un ángel!

Pero sus profundos ojos color miel...sus mejillas sonrojadas por el susto, su pelo alborotado por la caída...sus labios carnosos que me incitaban a presionarlos con los míos...Me sorprendí al tener esos pensamientos con una mujer...yo nunca me había enamorado, los ángeles no pensábamos en esas cosas, pero esta chica...Lucy...Repetí su nombre varias veces en mi cabeza, disfrutando de la dulzura de éste.

Lucy...

~Narra Nick~
Moví la cabeza de lado a lado negando rotundamente. No me podía creer lo que estaba pasando con el angelito y la chica azul. La muy estúpida había cruzado la carretera sin asegurarse de que no pasaba ningún coche, pero por suerte Brian estaba cerca para salvarla...Muerta no me servía de nada. Tenía que estar más atento a sus pasos, pues ya me había quedado claro que era un imán para el peligro.

Y así, los días pasaron...no era capaz de robarle el alma a la chica porque siempre tenía al ángel encima, controlando todos mis pasos. Debía despistarle pero ¿cómo?. Además, empecé a notar al ángel un poco raro, demasiado protector con la chica, y no sólo porque fuera su trabajo...

Esbocé una cruel sonrisa mientras elevaba la ceja izquierda...solía hacer eso cuando descifraba una situación que me gustaba. El ángel se había enamorado de la chica. Me eché a reír en la soledad del bosque y asusté a un ciervo que paseaba por allí.

-Será mejor que vuelvas al infierno. -me amenazó Brian que se había aparecido en el bosque.
-Vaya, vaya, vaya...-susurré tranquilamente, me gustaba disfrutar de los momentos dolorosos, y yo iba a hacer de este que fuera el peor... -¿Te gusta la chica azul?
-No. -rugió.

Sonreí malignamente.

-Tal vez...yo pueda hacer que te reúnas con ella...Cuando la maté y su alma sea mía, ira al cielo... allí podrás verla todos los días. -me eché a reír.
-No la tocarás ni un pelo.
-No estés tan seguro, podrías...equivocarte. -disfruté con el significado de aquella frase y desaparecí.

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