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Ariadna Libros Jóvenes

domingo, 7 de febrero de 2010

.:Existencia - Capítulo 2:.



-Sí...genial. -susurré sin poder dejar de mirar el hueco vacío que había dejado el chico de blanco.

Aquella noche fue la peor de mi vida, me vi obligada a rechazar cortésmente a mi mejor amigo y me dolió hacerle daño, pero más daño le iba a hacer si le daba falsas esperanzas. Llegué a mi cama insatisfecha conmigo misma por no haber sido capaz de averiguar el nombre o cualquier otro dato referente al chico de blanco. Él era tan...tranquilizador, parecía muy seguro de sí mismo. Escuchaba la suave respiración de mi hermana en la cama de al lado.

Compartíamos habitación desde que ella nació, y no precisamente porque quisiéramos estar juntas, sino porque no había más habitaciones libres. No se podía decir que nuestra relación fuera buena...no, era penosa. De pronto su respiración se cortó y dio un largo suspiro.

-Anoche te escuché soñar. -dijo tan bajito que tuve que hacer un esfuerzo por escucharla.
-¿Y qué?
-Hablaste en un idioma...extraño.

Giré la cabeza sobre la almohada para mirarla con atención mientras fruncía el ceño y me encontré con el brillo de sus ojos en la oscuridad, observándome. Me miraba de una manera que nunca había utilizado conmigo. Había miedo y fascinación en sus ojos y no comprendí la razón.

-¿Qué crees que ocurre cuando una persona muere? -me preguntó con la voz temblorosa. Seguí mirándola, intentando encontrar la intención por la que me preguntaba aquello.
-¿Otra vez con tus tonterías? -inquirí harta de sus teorías sobre la muerte.
-No son tonterías. -exclamó enfadada y se dio la vuelta para mirar a la pared. -Existen, sé que existen.

Resoplé.

-¿Qué cosa?
-El cielo y el infierno. -me contestó y puse los ojos en blanco. El tema empezaba a ser pesado. -Anoche hablaste en la lengua del demonio.

~Narra Nick~
Cerré los ojos y en el interior de mis párpados todo se veía rojo, aquel color que me había acompañado toda mi vida. Pero entonces se produjo un sonido al otro lado de la puerta que me elevaría hasta la tierra. Le di un último adiós mental a mi “casa” y salté hacia la tierra.

Los jefes superiores me habían encomendado un importantísimo trabajo, el arrebatamiento de un alma protegida, un alma especial...Llevaba mucho tiempo esperando este momento, y los señores del infierno me lo habían concedido única y exclusivamente a mí.

Aún recuerdo el día en el que Pisco entró en mi cuarto para avisarme de que los jefes o señores del infierno me esperaban en el trono para “hablar conmigo”. Esta era una gran oportunidad para mí para coronarme en el infierno, si lo hacía bien, sería muy bien recompensado.

Flashback.

-¿Sabes por qué te hemos llamado? -me preguntó Lucifer, el príncipe de los demonios.
-No señor. -contesté. Tenía una ligera idea del tema, pero no nada en concreto.
-Eres uno de los siete caballeros crueles del infierno, el mejor de todos. -Lucifer se levantó de su trono que era el segundo más grande ya que el primero lo utilizaba Satanás. -Así pues, te vamos a encomendar una difícil tarea...deberás subir a la tierra y buscar a la chica azul...y no vuelvas hasta traernos su alma confinada.
-Sí señor. -mi sonrisa se ensanchaba a medida que pensaba en el placer que me produciría aquella malvada acción.

Fin del flashback.


La chica azul era una joven muchacha que solo aparecía una vez cada tres mil años. Su alma era muy valiosa para los demonios y con su alma en nuestras manos, seríamos capaces de vencer a los ángeles y hacer del mundo un lugar cruel en el que todos los humanos desearan fervientemente la muerte.

Era la tercera vez en mi vida que pisaba la tierra, un lugar dominado ciertas partes por los ángeles donde reinaba la felicidad y el amor, y otros dominado por los demonios, donde la desesperación y la tragedia era el primer plato.

La noche oscura me desorientó e intenté recordar el plano que me había mostrado Pisco, el guardián
de la desolación, sobre donde se encontraba la casa de la chica. Me había informado de que su nombre era Lucy, después de darme la cajita de plata donde debía meter su alma una vez se la haya arrebatado.

Quitar almas era algo muy sencillo, sólo tenías que engañar a un tonto para que te la diera. No necesariamente debía ser un tonto ya que nadie en el mundo cree en los demonios ni en los ángeles. Gran error por su parte. Pero con la chica...iba a ser más difícil. El alma de la chica azul se caracterizaba por su fuerza, lo que no haría fáciles las cosas. Torcí a la derecha ya que esa era la calle que debía seguir.

Ni los demonios ni los ángeles estábamos personificados como lo hacían los humanos. Los cuentos para asustar a los niños nos atribuían colas rojas y cuernos puntiagudos, pero no era así. Así como tampoco los ángeles tenían alas. Nosotros, tanto los demonios como los ángeles podíamos aparecernos en cualquier lugar, excepto nosotros en el cielo y ellos en el infierno, es decir, que ninguno podía pisar la casa del otro.

Ahí estaba. La casa de la chica azul tenía todas las luces encendidas. Podía ver la silueta de una chica joven en la ventana. Me apoyé en un coche seguro de que si sonaba la alarma lo aplastaría de un puñetazo. Pero sentí una presencia...una presencia que me repugnaba. ¿Qué estaba haciendo él aquí? ¿Venía a entorpecer mi trabajo?

-¿Qué estás haciendo aquí? -inquirí mostrando repulsión y odio con mi mirada al ángel que vestía de blanco.
-Hola, Nick. -me saludó él muy tranquilamente como si fuéramos viejos conocidos, el caso es que lo éramos. -¿Qué haces tú aquí? -ignoró mi pregunta. -Espera, no me lo digas. Has venido a por la chica azul...
-Muy perspicaz, Brian.

Él gesticuló una sonrisa de oreja a oreja.

-No vas a hacerle daño, yo me encargaré de protegerla.

Me eché a reír con malicia. ¿Cómo se atrevía a evocar semejante acción?

-Pronto tendré el alma de la chica azul, de eso puedes estar seguro. -gruñí con ferocidad mostrándole la cajita de plata donde estaría su alma y me giré para mirar hacia la ventana de la chica.

~Brian~
Nick estaba muy seguro de conseguir el alma de la chica azul, pero yo no se lo iba a poner fácil. Me alejé de él para refugiarme en el bosque, donde los búhos me harían compañía mientras él se iría con las bestias salvajes. Me senté en una roca sin miedo a mancharme el pantalón blanco...Esto no iba a ser nada fácil.

Flashback.

-Tenemos una tarea para ti. -me comunicó William, el mensajero de los ángeles. -Como bien sabes cada mil años nace una chica azul en la tierra...bien, su alma es más poderosa que ninguna de las que nos hayamos encontrado...así que deberás bajar a la tierra y protegerla, los demonios van tras ella...

Fin del flashback.


Yo debía cuidar de la chica azul, de Lucy, si los demonios se hacían con su alma...nosotros los ángeles habremos fracasado. Todo lo que decían los libros sobre religiones, mitologías...etc, eran mentiras. Los ángeles carecíamos de alas, pero no de sexo. Los ángeles podíamos ser tanto hombres como mujeres, pero no teníamos relaciones entre nosotros. Nuestro cuerpo era igual que el de un humano, teníamos corazón, pulmones, riñones...por eso necesitábamos un aparato por el que evacuar, al igual que los humanos.

Los ángeles y los demonios éramos muy iguales, todos habíamos empezado de la misma manera, siendo ángeles...sólo que uno de ellos, Lucifer, se reveló contra Dios y se llevó con él a varios de sus discípulos...desde entonces han estado reclutando demonios para igualarnos en número. Y lo han conseguido.

Los dos comemos, pero no comida normal, comemos unas barritas fabricadas en el cielo, o en el infierno, que no tienem sabor pero nos aportan una gran cantidad de calcio para el organismo. Eso era lo que nos hacía tener la misma fuerza...Los demonios querían abrir una guerra contra nosotros, Dios desaprobó esa idea, no le gusta la violencia, pero si tenemos que luchar, lucharemos. Debo proteger a la chica azul como sea...

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