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Ariadna Libros Jóvenes

jueves, 4 de febrero de 2010

.:Existencia - Capítulo 1:.


.:Capítulo 1:.
~Narra Lucy~
Hacía frío, mucho frío...y después calor, mucho calor. Di una sacudida y me incorporé en la cama abriendo los ojos como platos. El sudor me caía por la frente y por el cuello a borbotones y miré las cuatro paredes que me rodeaban para cerciorarme de que estaba en mi habitación y no en mi sueño. Una oleada de alivio me refrescó la memoria y recordé, o más bien intenté, lo que había pasado en el sueño.
Pero nada. No había una idea bien definida en el sueño, sólo imágenes que pasaban...personas que se desvanecían ante mi mirada. Y dos colores prominentes, el blanco y el rojo...¿por qué? ¿por qué exactamente esos dos colores?
Que mis padres y mi hermana la rarita durmieran en el piso de abajo mientras yo lo hacía en el de arriba me permitió darme un silencioso paseo por la casa hasta que llegara mi hermano mayor de fiesta. Arrastrando los pies descalzos sin fuerza conseguí avanzar por el largo pasillo oscuro cuando me pareció vislumbrar una sombra en la oscuridad. Intenté enfocar la imagen y presioné el interruptor de la luz, pero cuando el pasillo se iluminó, la sombra había desaparecido.
Quería y deseaba creer que había sido una imaginación mía, producto del sueño y de la confusión. Volví a apagar la luz insegura de poder bajar las escaleras poco iluminadas y fue entonces cuando escuché el tintineo de unas llaves al otro lado de la puerta. Me quedé parada en la mitad de la escalera con los ojos abiertos de par en par. Me agarré al pasamanos para no caerme de culo mientras esperaba la entrada de aquel individuo.
Mi corazón latía violentamente y mi pecho bajaba y subía cada vez más acelerado. La puerta comenzó a abrirse poco a poco como si estuviera en una película de miedo cuando la víctima espera a que su asesino entre por la puerta. ¿Y por qué me había quedado allí plantada? La oscuridad de la calle más la de la casa dio como resultado que diera un pequeño grito.
-¡Shhhh! -siseó mi hermano dándole a la luz. Quería vomitar por el susto pero refrené el impulso de expulsar la bilis que me subía por la garganta.
-Me cago en Dios. -blasfemé bajando el resto de las escaleras. ¿Cómo podía haberme asustado de aquello cuando sabía perfectamente que faltaba mi hermano por llegar a casa? Resoplé haciendo que el flequillo se me elevara como si hubiera pasado una brisa de viento.
Fui hacia la cocina y me serví un vaso de agua. No sabía la hora que era pero escuchaba el tic tac del reloj de la cocina. Me giré para mirarlo mientras tragaba rápidamente el agua del vaso y me atraganté cuando vi la hora. ¿Las siete y media? Cuando me desperté del sueño, hacia apenas diez minutos, me parecía que eran tan solo las tres de la mañana...pero no.
Era sábado, lo que quería decir que no había clase, en parte me gustaban los sábados básicamente por eso, pero este sábado concretamente lo odiaba. Sabía que en la fiesta de esta tarde-noche mi mejor amigo me iba a declarar su amor. Su hermana me lo había dicho para que estuviera preparada y no partirle el corazón con una respuesta borde. Entrecerré los ojos aún de pie en la cocina porque tenía sueño.
-¿Qué haces despierta? -me preguntó mi madre sacándome de todos mis pensamientos. Ay que ver cómo pasaba el tiempo...tan sólo en quince minutos había amanecido.
-No tenía sueño.
-Has vuelto a soñar. -afirmó mi madre.
-Es...muy extraño. Es como si fuera real. -susurré agarrándome a la encimera. Mi madre era psicóloga así que tal vez podía interpretar el sentido del sueño.
-Cuéntamelo.
-Pues...no lo recuerdo exactamente, pero siempre me veo en una habitación blanca, muy grande y...en ella puedo flotar. Una puerta se abre y...todo se vuelve rojo, dejo de flotar y me caigo al suelo sintiendo muchísimo calor.
Mamá arqueó una ceja con la taza de café entre las manos.
-¿Estás soñando con el cielo y el infierno?
-¿Eh?
-Los sueños pueden presentarse de dos maneras, de forma objetiva que no es el caso, y de forma subjetiva...Todos sabemos que el cielo y el infierno no existen ¿verdad? -asentí a su pregunta- y sueñas con ellos porque no sabes que camino seguir en la vida. Desde siempre se ha considerado que las personas que iban al cielo eran buenas, por lo tanto los que iban al infierno eran malos. Tú dudas sobre tu personalidad, por eso sueñas con ello.
Me quedé con la boca abierta, no por lo que mamá me estaba diciendo, sino porque no entendía nada de lo que había pronunciado. Ella se dio cuenta.
-No sabes si eres buena o mala, por eso sueñas con el cielo y el infierno. Punto. -concluyó mamá, si me lo hubiera explicado así desde el principio no habríamos perdido tiempo ninguna de las dos.
Aún con la explicación de mamá todo era muy extraño. Pensé en la posibilidad de estar soñando con eso precisamente por lo que ella me había dicho...porque si rechazaba a Eric, mi mejor amigo, me convertiría en la mala de la película, pero este sueño se había repetido muchas noches antes de que yo supiera la posible declaración de esta tarde.
Cogí aire y salí de la cocina con la intención de volver a la cama para seguir durmiendo ya que no tenía que hacer nada en todo el día hasta la hora de la fiesta, y para eso quedaba mucho tiempo... Me dejé caer en la inconsciencia del sueño y pasé horas y horas dormida...
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Cuando me di cuenta ya estaba de camino a la fiesta en mi Citroen C4 gracias a que mi hermano me había despertado con un suave “despierta Bella Durmiente” y acto seguido me tirara un cojín en la cara.
-¡Lucy! -exclamó mi mejor amiga cuando aparqué en la puerta de su casa, la cual ya estaba abarrotada.
-Hola Lucy. -me llamó dulcemente Eric. Mierda, mierda, mierda.
-Hola. -saludé secamente pero añadiéndole una sonrisa a mi sequedad.
Un jaleo en la puerta de la casa dio lugar a que se formar un corrillo...un par de borrachos peleándose como en todas las fiestas tenían que llamar la atención. Pero mi atención pasó de ellos a un chico que me miraba fijamente. Estaba solo, apoyado en la pared sin ningún vaso en la mano, por lo que pensé que acabaría de llegar, como yo. Me llamó la atención que fuera vestido completamente de blanco, es más, me hizo gracia.
-¿Quién es el chico que está apoyado al lado de la ventana? -le pregunté a mi amiga y me fijé en que me había hecho caso en cuanto a quitarse el flequillo que no le favorecía.
-¿Qué chico? -me preguntó ella que se giró para mirar hacia donde yo le decía y cuando miré ya no estaba.
-¿Dónde...? -me quedé hablando sola por lo que no completé la frase. El chico de blanco había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos...en el poco que tiempo que había transcurrido entre que miré a Sammy para preguntarle aquello. -Qué extraño...-añadí cuando Eric se colocó a mi lado.
-¿El qué?
-Había un chico ahí...y...no sé.
-¿Te gusta?
-¿El qué?
-Ese chico que dices.
-No le conozco.
-Pero ha llamado tu atención.
-Si...bueno pero eso no quiere decir que me haya enamorado de él.
-Genial entonces.

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